sábado, 28 de junio de 2008

ojoconelraye: [Nunca es tarde]

Es cuestión de tiempo que tu tiempo te cuestiones
y de intención que tus acciones razones.
Con una sonrisa o lleno de moretones,

siempre queda tinta para escribir nuevos guiones".

[Folie à Trois]



A lo mejor grita porque una cantidad considerable de malas experiencias la llevan a la más honda desesperación. Pensalo, ¿nunca sentiste deseos de gritar y el sonido se tornó incontenible? Es como cuando intentaste prender la hornalla y la cabeza del fósforo voló directo hacia vos y tu ojo derecho sufrió las consecuencias.
Sea cual sea la razón no se justifica semejante alarido, mucho menos a esta hora de la madrugada. Lo mejor será procurar un sueño raudo y salvador, mañana será otro día y ya tendré tiempo y ganas de pensar en las razones de aquel quejido femenino.
Pero los gritos no sólo continúan sino que se multiplican infestando cada balcón de esta zona de edificios. ¿Por qué será? ¿Acaso merezco este tormento? Si no se callan en este preciso instante no voy a tener otra opción más que bajar y cagar a trompadas a alguien.
¿A vos te parece? No creo que lo mejor sea importunar a nadie con tus puños, sería más prudente averiguar los motivos que llevan a estos indeseables vecinos a interrumpir el sueño de una persona.
En este momento sólo me interesa conciliar el sueño y vos bien los escuchás, ya no se conforman con sus gargantas, ahora elevan su clamor de manera diferente como si golpearan sobre los techos de los autos estacionados a la intemperie pensando, tal vez, que todos los demás estamos de acuerdo.
Yo diría, si me permitís el atrevimiento, que mires un poquito más allá de tus sábanas marrones y la mesita de luz (si es que tenés) llena de papeles y un reloj. Otra vez te recomiendo que vayas al fondo de la cuestión, quejarte por todo sin un buen argumento no va a solucionar nada, porque evidentemente a esta gente le tiene sin cuidado el correcto desempeño de tus actividades matutinas. Tenés razón, pero qué sé yo, estoy tan cansado que ya no mido mis palabras. Debería contar ovejas o algo parecido, aunque las pobres no se merecen laburar para mí a estas horas y con estos fines egoístas. Seguramente ellas tendrán sus propios intereses.
Mientras la noche atraviesa su plenilunio y la luz que entra por la ventana adhiere deliberadamente al propósito de mantenerme en vela, un pensamiento singular aparece en mi diálogo interno. Una idea que definitivamente me traerá problemas pero que, a pesar de mi resistencia, no parece tener intenciones de abandonarme. ¿Qué tal sí ellos están en lo correcto?
Y es que en algún punto ya no me importa todo el asunto del fragor en las calles ni llegar tarde al trabajo, y entre dormido y despierto comienzo a crear imágenes fascinantes. Así puedo entender el motivo de todo el barullo inicial, aquel que me condujo a este estado de pre-inconsciencia y que a todo parece inculcarle un sabor casi inoportuno pero que, en vista de las circunstancias, es justificable.
Repentinamente otro pensamiento me asalta implacable y siento deseos de levantarme de la cama con violencia, con ímpetu; no tomar ropaje alguno y así seguir mi camino rumbo a la puerta y después por el pasillo pensando que una vez en la vereda tomaré una piedra de manos de algún hermoso desconocido. Luego bajar los nueve pisos silbando cualquier canción o cualquier otra, semidormido, en uno de esos trances en los que la imagen en el espejo del ascensor no es más que una imprudente suma de bostezos y lagañas. Lo hago, casi sin saber porqué. Con el coro de fieras voces retumbando en mis oídos, con esa ansiedad en el pecho que sólo puede indicar una cosa; y esperar, como siempre lo hemos hecho. ¡Quién sabe cuántas maravillas hemos esperado! En la acción y la calma, entre suspiros y entre lágrimas. Escuchando atentamente cada latido ajeno que suena idéntico a cualquiera de los míos, y es gracioso que le preste atención a eso ya que nunca lo había pensado antes. Pero el ascensor sigue su trayecto y tengo la certeza de haber dejado a alguien bien distinto un par de pisos arriba, alguien que no estaría dispuesto a salir de aquel cubículo elevador ni avanzar esos pasos decisivos. Después abrir la puerta de calle y recibir de lleno el cachetazo frío de la ventizca nocturna, porque aún es de noche y poseo esta pequeña esperanza de que al final de la batalla podré tomar un colectivo, apoyar la sien contra la ventanilla y tan sólo contar, como si eso fuera poco, cada anónimo estallido en esta ciudadela.



[4-Junio-2008]


3 comentarios:

Leonardo Azul dijo...

uuu que buen texto. esto es precisamente lo que tenía en mente, mi hermano, justo justo. es manera de mezcla sustantivos y adjetivos en parejas que jamás han visto la luz anteriormente, es como ingeniería genética de la intertextualidad, el doctor shivago de la semántica.

hermano, te admiro, qué ganas de ser doctor shivago también!

un abrazo, muy agradecido.

Claudia dijo...

a mi lo que me gusta del texto fue que lo no tuve oportunidad de enterarme de los recovecos de la semántica, y esas cosas que dice felipe, yo pase directo a las sensaciones y el texto me pareció fuerte y perturbador

xwoman dijo...

Pensé en los gritos, y en las razones de los otros para gritar o hacer ruido. Odio los ruidos fuertes, me volvería loca y aplastaría de ira la cuidad de ser posible.

"¿Qué tal sí ellos están en lo correcto?"

Excelente texto Sandi. Excelente.