lunes, 30 de junio de 2008

intima: ¿Crees en fantasmas?

Tengo una conciencia escéptica, soy de esos para quienes los fenómenos de la naturaleza aún los aparentemente inexplicables son solo eso, no cuestiones de fe. Me parecen ridículas las preguntas tantas veces escuchadas “¿crees en los ovnis?”, “¿crees que exista el chupacabras?” “¿crees que pueda venir la mano pachona a jalarte las patas por las noches?”

Sin embargo tengo un corazón que sueña y que imagina que esos universos que se inventaron los que estuvieron antes que nosotros, poblados de dioses y espíritus no se evaporaron en la nada ni se han desintegrado en olvido y aburrimiento, la poderosa Bast, la resignada Hera, el irresponsable Cronos, el voluntarioso Quetzalcoatl, no podrían permitirse ser así de pronto sólo curiosidades que se venden en las tiendas de los museos o que es posible que alguna ocasión llegue a ver estando en vigilia a esa abuela que adoro, que extraño, que todavía duele y me cuente esas cosas que solo ella podía decir, que hacían que nos dobláramos de risa hasta que nos dolieran las costillas.

Es reiterativo hasta el aburrimiento, el discurso de que el realismo mágico tenía que ubicarse por necesidad en Latinoamérica, porque es el pan nuestro de cada día, pero nada mas cierto.

Hoy recuerdo un desayuno en casa de mi amiga, mientras su madre nos contaba a unos quince días del suceso, que a partir del fallecimiento de su suegra, los objetos en su cocina cambiaban de lugar, las puertas se azotaban sin viento, los aparatos eléctricos se encendían de pronto, hasta que cansada de la situación después de que un cajón con cubiertos cayó al piso, que enojada le espetó a la suegra, “Chatita, yo te quiero mucho, pero a mi no me andes haciendo estas cosas, dime que es lo que quieres” y según dice, se sentó a tener una larga plática con la anciana, a partir de lo cual, las cosas no volvieron a moverse sin razón.

Esta también la historia de José, quien perdió a la mujer de su vida en un accidente de tránsito, mientras él manejaba, que cuenta que años después en una reunión, una mujer a la que él nunca había visto y que obviamente no lo conocía, se le acercó y le dijo, “Ella (diciendo su nombre), esta contigo en este momento, está triste porque tú sufres culpándote, quiere que sepas que te escucha y que puede ayudarte, cuando estés a solas, háblale y podrás sentir su presencia”

Alex, me contó que una noche al estar por cerrar su taller mecánico vio la sombra de un hombre corriendo, que un instante después volvió a verla de regreso, así que armado de lámpara sorda y una pesada llave de tuercas, se puso a revisar el local, asomándose por las ventanillas los autos estacionados, debajo de estos, en bodega y pasillos sin ver absolutamente nada, ni siquiera un gato latoso, así que todavía perturbado y nervioso activó la alarma y salió, al estar cerrando, sintió una ráfaga de aire helado que lo atravesó de pecho a espalda dejándolo aun mas confundido y temeroso, al subir a su auto para irse a casa, le llegó como una revelación la respuesta, tenía en el taller para reparación dos ambulancias usadas en los servicios de urgencias de la cruz roja local, así que concluyó que aquella presencia estaba asociada a algún trágico evento en el que uno de esos vehículos había participado, lo cual lo dejó absolutamente tranquilo y satisfecho, porque esa mala experiencia era ocasionada por un ente sobrenatural y no por un ordinario y peligroso ladrón.

En el pueblo de San Juan del Río, un grupo de actores caracterizados de nobles locales, gitanos, militares, bandoleros y monjas enamoradas, en la época virreynal, representan las leyendas del lugar en las locaciones en que supuestamente ocurrieron los hechos; durante el recorrido una pareja se hizo una fotografía con uno de los actores y al observarla en la pantalla de la cámara, se podía ver una sombra como de espirales de humo que no estaba ahí al momento en que la fotografía fue tomada.

La sombra con forma humana, causó revuelo entre los espectadores que nos amontonábamos para mirar la pantallita y no es interesante ponerse a elucubrar si aquel conato de fantasma tendría que desafiar las leyes de la óptica para a parecer en la foto, o si el hombre no operó adecuadamente la cámara digital, o si el lente estaba sucio, o si era un ciclista fumando al pasar o lo que sea, porque en esa noche fresquísima, en ese pueblo de calles orgullosas de edificios de cantera morena y hierro forjado, entre historias de pasiones prohibidas acabadas en tragedia, hechizos, venganzas y apariciones, ¿para qué resistirse? Y se entrega una sin batalla a la fascinación de la imagen, de una sombra humanoide que se ríe de nosotros desde la pantalla lcd.

Y me veo allí como niña que en fiesta de cumpleaños se deja engañar por los trucos de un prestidigitador que saca conejos de aburrido sombrero. O mejor aún, que mira los conejos imaginarios que viven en chisteras imaginarias que caben en el bolsillo del mimo de cara blanca, que cada domingo hace de las suyas en el parque y cambia flores de mentira por monedas de verdad.

Hay ocasiones en que ese universo converge con el nuestro y nos regala una charla para el café de los jueves y el alcohol del sábado, lejos de los chismorreos de oficina, de las angustias del dinero que no alcanza, de la decepción de nuestro equipo de fútbol que volvió a perder vergonzosamente y de las mierdas de la política, corrupción o la violencia y nos da el pretexto para inventarnos una historia con o sin final feliz, pero que igual nos perfuma el aire de poesía y nos libera en el sueño de sentirnos eternos.

Confieso con cierta vergüenza que yo no tengo una experiencia propia que relatar, será tal vez porque mi razón escéptica no da invitación a ese mundo paralelo, pero soy una mitómana que al mismo tiempo se deja seducir con historias que no tienen que ser verdad, siempre y cuando lo parezcan.

sábado, 28 de junio de 2008

ojoconelraye: [Nunca es tarde]

Es cuestión de tiempo que tu tiempo te cuestiones
y de intención que tus acciones razones.
Con una sonrisa o lleno de moretones,

siempre queda tinta para escribir nuevos guiones".

[Folie à Trois]



A lo mejor grita porque una cantidad considerable de malas experiencias la llevan a la más honda desesperación. Pensalo, ¿nunca sentiste deseos de gritar y el sonido se tornó incontenible? Es como cuando intentaste prender la hornalla y la cabeza del fósforo voló directo hacia vos y tu ojo derecho sufrió las consecuencias.
Sea cual sea la razón no se justifica semejante alarido, mucho menos a esta hora de la madrugada. Lo mejor será procurar un sueño raudo y salvador, mañana será otro día y ya tendré tiempo y ganas de pensar en las razones de aquel quejido femenino.
Pero los gritos no sólo continúan sino que se multiplican infestando cada balcón de esta zona de edificios. ¿Por qué será? ¿Acaso merezco este tormento? Si no se callan en este preciso instante no voy a tener otra opción más que bajar y cagar a trompadas a alguien.
¿A vos te parece? No creo que lo mejor sea importunar a nadie con tus puños, sería más prudente averiguar los motivos que llevan a estos indeseables vecinos a interrumpir el sueño de una persona.
En este momento sólo me interesa conciliar el sueño y vos bien los escuchás, ya no se conforman con sus gargantas, ahora elevan su clamor de manera diferente como si golpearan sobre los techos de los autos estacionados a la intemperie pensando, tal vez, que todos los demás estamos de acuerdo.
Yo diría, si me permitís el atrevimiento, que mires un poquito más allá de tus sábanas marrones y la mesita de luz (si es que tenés) llena de papeles y un reloj. Otra vez te recomiendo que vayas al fondo de la cuestión, quejarte por todo sin un buen argumento no va a solucionar nada, porque evidentemente a esta gente le tiene sin cuidado el correcto desempeño de tus actividades matutinas. Tenés razón, pero qué sé yo, estoy tan cansado que ya no mido mis palabras. Debería contar ovejas o algo parecido, aunque las pobres no se merecen laburar para mí a estas horas y con estos fines egoístas. Seguramente ellas tendrán sus propios intereses.
Mientras la noche atraviesa su plenilunio y la luz que entra por la ventana adhiere deliberadamente al propósito de mantenerme en vela, un pensamiento singular aparece en mi diálogo interno. Una idea que definitivamente me traerá problemas pero que, a pesar de mi resistencia, no parece tener intenciones de abandonarme. ¿Qué tal sí ellos están en lo correcto?
Y es que en algún punto ya no me importa todo el asunto del fragor en las calles ni llegar tarde al trabajo, y entre dormido y despierto comienzo a crear imágenes fascinantes. Así puedo entender el motivo de todo el barullo inicial, aquel que me condujo a este estado de pre-inconsciencia y que a todo parece inculcarle un sabor casi inoportuno pero que, en vista de las circunstancias, es justificable.
Repentinamente otro pensamiento me asalta implacable y siento deseos de levantarme de la cama con violencia, con ímpetu; no tomar ropaje alguno y así seguir mi camino rumbo a la puerta y después por el pasillo pensando que una vez en la vereda tomaré una piedra de manos de algún hermoso desconocido. Luego bajar los nueve pisos silbando cualquier canción o cualquier otra, semidormido, en uno de esos trances en los que la imagen en el espejo del ascensor no es más que una imprudente suma de bostezos y lagañas. Lo hago, casi sin saber porqué. Con el coro de fieras voces retumbando en mis oídos, con esa ansiedad en el pecho que sólo puede indicar una cosa; y esperar, como siempre lo hemos hecho. ¡Quién sabe cuántas maravillas hemos esperado! En la acción y la calma, entre suspiros y entre lágrimas. Escuchando atentamente cada latido ajeno que suena idéntico a cualquiera de los míos, y es gracioso que le preste atención a eso ya que nunca lo había pensado antes. Pero el ascensor sigue su trayecto y tengo la certeza de haber dejado a alguien bien distinto un par de pisos arriba, alguien que no estaría dispuesto a salir de aquel cubículo elevador ni avanzar esos pasos decisivos. Después abrir la puerta de calle y recibir de lleno el cachetazo frío de la ventizca nocturna, porque aún es de noche y poseo esta pequeña esperanza de que al final de la batalla podré tomar un colectivo, apoyar la sien contra la ventanilla y tan sólo contar, como si eso fuera poco, cada anónimo estallido en esta ciudadela.



[4-Junio-2008]


jueves, 26 de junio de 2008

editorial: la institución educativa, algo sobre chile.

por segundo año consecutivo el sector educativo en chile se va a paro. pero, sorpresa! no son los profesores los que se han tomado las aulas, sino los alumnos. son los alumnos los que se rehusan a asistir a clases, y los alumnos los que impiden que se puedan impartir los cursos. el sector de educacion secundaria esta paralizado, nuevamente. afirman los dirigentes del movimiento que estan dispuestos hasta a perder un año de clases con el fin de detener la aprobación del proyecto de modificación a la ley general de educación que se tramita actualmente en la cámara de diputados chilena.

(sí, sí, la foto la tomé del reportaje, pero no sean tan delicaditos pos)


y es que sucede que en un sistema educativo institucionalizado lo que menos importa es la educación, y los estudiantes no son tan tontos como para no darse cuenta de que sólo podrán ser educados los que lleguen a las aulas con los bolsillos llenos. en un país de marco económico descontroladamente inclinado hacia la privatización el estado ya carece de recursos para ofrecer educación de calidad a sus estudiantes, mientras el marco regulatorio de las entidades privadas de educación pareciera ser una alfombra de invitación.

supongo que ya saben hacia dónde apunta todo esto, evidentemente sólo quienes llegan a las puertas de los colegios y universidades con chequera y mastercard pueden optar a un título universitario, lo que se traduce posteriormente en trabajos mejores. y el resto? condenados a vivir con una miseria de sueldo en un país donde los servicios públicos son privados, en un país donde lo más escencial para vivir (agua, electricidad, gas) esta en manos de intereses particulares e individuales.

el quiebre social es inminente

y partió en las aulas de educación secundaria. lo que yo no comprendo es cómo aún no se han unido los padres de familia, los profesores, la cut, los sectores políticos de izquierda radical (jajajajaja, como si eso existiera aún hoy en día), y pedro, juan y diego a las movilizaciones que han organizado los estudiantes! por qué no defienden a nuestros hijos, por qué no apoyan sus demandas, por qué el estado ha maltratado tanto a nuestros jóvenes, si ellos son el futuro de nuestra nación? eso es lo que yo me pregunto. me encantaría saber las estadísticas de migración juvenil al exterior del país, sé que yo entro en esa categoría, y que varios de mis amigos cercanos también

y claro, quién quisiera quedarse en chile así, también.



algunas referencias:
http://www.emol.com/noticias/nacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=310122
http://www.emol.com/noticias/nacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=310109
http://diario.elmercurio.cl/2008/06/26/nacional/nacional/noticias/f65ec679-b67e-4c6a-b98e-c595b0a52267.htm

sábado, 7 de junio de 2008

intima: SeÑales

La ociosidad es la madre de todos los vicios y yo ociosa y desocupada, como ando, vengo agitando la cabeza para que me hagan contacto las neuronas para desentrañar el significado de las señales, símbolos instrucciones, órdenes, y demás con las que el universo que me rodea, intenta guiarme.

Siempre he sido del tipo aventurero, que cuando abre la caja del electrodoméstico corre rauda y veloz hacia el enchufe sin detenerse ante las enormes letras que desde el fondo de la caja gritan: “Antes de conectar su aparato lea completamente el presente instructivo”, ¿Como va una a fiarse de los instructivos, si el del tostador dice: “No usar el aparato con niños, ancianos y discapacitados”? nunca se me habría ocurrido tostar ahí a la abuela, bueno no dice nada de las suegras jeje; o como el del mp3 que dice “Ponga el enchufe del auricular en el enchufe del auricular" o “El reproductor apoya archivos líricos con sufijo .LRC y los exhibe síncrononamente”.

Pero hoy lo primero que hice al levantarme, fue buscar una señal que mostrara el camino que debo seguir y no la veo.

Y justo ahora que no tengo auto y después de días de calor agobiante, hoy que vengo tan ligera comienza a diluviar, antes de que llegar a la parada de autobús; detengo un taxi y lo primero que veo en la defensa, escrito a todo lo largo en enormes y adornadas letras blancas, el nombre de pila de la fulana con la que me pintaba los cuernos mi ex y entre mojarme ahí y ser objeto de las bromas del destino, tomo la segunda opción y me dirijo a las oficinas de recaudación del ayuntamiento cumplir con mi deber de contribuyente.

Al llegar a la ventanilla de pago, una mujer enorme con voz nasal y tono imperativo me entrega un documento en el que se menciona que “por un error involuntario”, mi recibo lleva una clave catastral que no corresponde a mi inmueble y me parece atemorizante la idea de que haya errores que sean cometidos a conciencia y voluntad.

Antes de salir de la pesadilla kafkiana derivada del involuntario error de un ignoto burócrata, decidí atender el llamado de la naturaleza y pasé por el servicio, vulgo baño y al cerrar la puerta del sanitario me encuentro un letrero pegado en una hoja de papel bond con la imperiosa orden: “favor de usar el papel higiénico apropiadamente” y casi me caigo al remolino que conduce al paraíso, de imaginar los usos inapropiados en que la chica del aseo sorprendió a alguna usuaria que le motivaron a expedir su reglamento sobre el uso del papel sanitario…

Hoy es viernes y se supone que estaría lista la ropa en la tintorería y al llegar me encuentro en el cancel de la entrada hay un cartel que dice: “abierto hasta el lunes”, entonces ¿Cómo es que no puedo recoger la ropa si estará abierto hasta el lunes?

Cuando por fin me armo de valor para trabajar y me paro en la oficina, me encuentro con una secretaria, hecha un mar de lágrimas porque en su primer día de trabajo, ha tenido un accidente con la toalla sanitaria, justo sobre la silla con tapicería color beige de mi privado y yo no se si madrearla o ponerme a llorar con ella.

Y una se convence de que hay días en que la vida es una perra desgraciada, cuando miro al cielo. una vez mas, pidiendo, rogando por una señal divina, en ese momento tiro con el codo una estúpida perforadora de papel, que afortunadamente no se lesionó en la caída porque encontró me pie salvador en su trayectoria y no había acabado mi letanía de maldiciones, cuando al levantarla en la tapa plastica, leo la instrucción: “Tírese de una esquina. Afuera”

miércoles, 4 de junio de 2008

historia: Las dos Marlenes




Algunas semanas atrás asistí a una representación del musical Cabaret que en Buenos Aires puso en escena Ariel Del Mastro. La obra, que a mediados del siglo XX fue representada en Broadway, Nueva York, con gran éxito y luego llevada al cine, en 1972, por Bob Fosse con Lisa Minelli y el impagable Joel Grey, está basada en la novela Adiós a Berlín de Christopher Isherwood y compone un fresco muy convincente del Berlín desprejuiciado y alegre de los años treinta. Quedé impresionado, quizás porque durante mi infancia la segunda guerra mundial resonaba en los oídos de la gente. Luego me alquilé la película y la miré por tercera o cuarta vez.

En el Kit Kat, cabaret del tema, sus personajes centrales cantan, metafóricamente, una despedida al mundo de las copas, las canciones y la frivolidad ante la inminente llegada de un orden, beligerante, segregacionista y dictatorial. La asociación inmediata se establece con la década anterior, la del veinte, en la cual y en ese mismo escenario no se vislumbraba la tragedia y la fiesta berlinesa, la Babel del mundo, diría Stefan Zweig, se desarrollaba eufóricamente entre bombos y platillos. Y por esas calles, deambulaba una jovencita, hija de militar, que había abandonado sus estudios de violín para dedicarse al teatro y al vaudeville. Se llamaba María Magdalena Dietrich y su nombre artístico, Marlene Dietrich.

La historia de Marlene es apasionante pero muy larga para contarla. Basta con decir que nació con el siglo XX en 1901 y que murió a los noventa años, tras una vida plena de éxitos artísticos y un listado interminable de amantes de ambos sexos. "En Berlín importa poco si se es hombre o mujer. Hacemos el amor con cualquiera que nos parezca atractivo", dijo alguna vez. Lo que no se puede dejar de mencionar, es que un día la descubrió el afamado director de cine austriaco Joseph Von Stenberg, la convirtió en su amante y luego de pulirla física e intelectualmente, en la más famosa estrella alemana de todos los tiempos. Ya en la ruta de la fama, en 1930 protagoniza El ángel azul, film antológico que la llevaría a la cima y que sin duda tiene mucho que ver con el Berlín de Isherwood y de Cabaret.

Llegado a este punto, seguimos retrocediendo en el tiempo en busca de la otra Marlene. Tronaba la primera guerra mundial y en el frente ruso un joven soldado alemán escribía poemas, se llamaba Hans Leip. En uno de ellos, le cantaba a su lejana novia, Lili, la que solía esperar, bajo la luz de una farola, que él terminara su guardia en el cuartel. Claro, como buen poeta, apeló a lo que se denomina licencia poética y le endilgó a Lili un segundo nombre, que en realidad correspondía a una enfermera que también lo esperaba, aunque, seguramente, en otra parte: Marlene. Y así surgió un nombre que correría por las bocas de millones de soldados y civiles hasta el día de hoy, Lili Marlene Como suele ocurrir con los poemas de los soldados, o de cualquiera, los de Leip durmieron largamente antes de ser publicados, cosa que ocurrió en 1937.

Y aquí es donde aparece un tal Norbert Schultze, músico de bastante lustre por ese tiempo y muy pegado al régimen, de hecho, escribía regularmente para las campañas publicitarias del poder. Terminada la guerra y llegada la hora de rendir cuentas, dijo que se había afiliado al partido porque todos lo hacían y que mientras otros disparaban, él solamente escribía canciones. Sin duda muy coherente, pues ya todos sabemos por nuestra historia cercana, que cuando caen las dictaduras, nadie recuerda haber tenido algo que ver o haberse enterado de ninguna iniquidad. Pero, abreviando, la cosa fue que le gustó el poema de Leip a su novia, Canción de un soldado de guardia, así se llamaba y le puso música, la tituló La chica bajo el farol.

Yo agregaría que no se rompió mucho la cabeza buscándolo. Se editaron algunos discos allá por 1937, grabados por la dulce voz de la cantante alemana de turno, Lale Andersen, pero sin mayor trascendencia. Para 1939, nuestra primera Marlene, ya famosa y enemiga acérrima del nazismo, grabó en inglés la versión que adoptarían para toda la guerra, los aliados. Luego, terminada la guerra, lo haría en aléman.

Y aquí llegamos al punto, que a mí entender, es verdaderamente asombroso. Porque, al apoderarse los alemanes de Yugoeslavia, un joven teniente a cargo de radio Belgrado comenzó a difundir la versión de Lale para las tropas de Rommel en el Afrika Korps, con tal éxito que ni la opinión contraría del encumbrado ministro de propaganda nazi, Goebbels, pudo interrumpir su difusión. Por nombrar a dos famosos, la escuchaban embelesados, Rommel y Eiisenhower. Pero el caso es que la escuchaban todos, los ingleses, americanos, franceses, italianos, rusos y hasta los lejanos japoneses, más los guerrilleros de las resistencias, cada bando, acomodando la letra o cambiando el ritmo de su música.

Y en todos los frentes de ambos lados de las barricadas o trincheras soldados con diferentes cascos, uniformes, idiomas y hasta color de piel, canturreaban en voz baja, en esos raros recreos de silencio que les daban la metralla, los obuses, el terror y la muerte, la dulce, nostálgica melodía de la Lili Marlene. Seguramente recordando a sus novias, es decir al amor, a la vida y con los ojos entrecerrados, tal vez fumando, fueran transportados por los acordes de la canción a un mundo lejano pleno de sol, flores, besos y estrechos abrazos. Muy lejos del horror, la locura del flagelo de la humanidad, jinete del Apocalipsis, que es la guerra.



Bajo la farola,
frente a mi cuartel
sé que tú me esperas,
mi dulce amado bien...
Y tu corazón al susurrar
bajo el farol, latiendo está...

Lili, mi luz de fe
Eres tú, Lili Marlene
Cuando llega un parte
y debo marchar,
sin saber querida
si podré regresar...

Y sé que me esperas
siempre fiel, bajo el farol,
frente al cuartel...
Lili, mi luz de fe.
Eres tú, Lili Marlene.
Si en el frente me hallo
lejos ¡ay! de ti,
oigo que tus pasos
se acercan junto a mí...
Y sé que allá me esperas tú
junto al farol, plena de luz.
Lili... mi dulce bien.
Eres tú, Lili Marlene.